Una vez había una mamá que tenía unas gafas de sol. Eran de color rosa.
Se las ponía cuando iba a la playa, al parque o cuando paseaba por la calle.
La mamá estaba muy guapa cuando se ponía las gafas de sol.
A su bebé le gustaban mucho porque eran de color rosa y eran muy grande. Siempre se las pedía. Mamá al principio siempre le decía que no, pero si insistía mamá cedía y se las debaja un ratito.
Al final la mamá se compró otras gafas y ahora la bebé juega siempre con ellas.
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